lunes, 13 de febrero de 2017


El Matrimonio

En los primeros tiempos de la República romana, las novias pasaban del control de sus padres al de sus maridos (en latín, manus). Quedaban por tanto bajo la potestad de sus maridos, aunque en menor medida que sus hijos. Este matrimonio cum manu significaba que la mujer estaba subyugada por su marido; pero esta costumbre estaba en desuso en el siglo I d. C. reemplazada por el matrimonio libre que no daba ningún derecho al marido sobre su esposa o no producía ningún cambio en la situación de la mujer. Durante la época clásica del Derecho romano, el matrimonio no requería de ninguna ceremonia; solo la mutua voluntad y el acuerdo de vivir juntos en armonía. Las ceremonias, contratos y otras formalidades matrimoniales solo tenían la intención de probar que una pareja estaba de hecho casada. Bajo el temprano derecho romano, los matrimonios eran de tres clases: confarreatio, simbolizado por el reparto del pan (en latín, panis farreus); coemptio, una venta ficticia de la mujer; y usus, por convivencia. 

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Los patricios siempre se casaban por confarreatio, mientras que los plebeyos lo hacían por las dos últimas. En el matrimonio por usus, si una mujer se ausentaba tres noches consecutivas al menos una vez al año, evitaba que su marido tuviera control legal sobre ella. Esto difiere de la costumbre ateniense del matrimonio concertado y las esposas secuestradas que no podían caminar por las calles sin escolta.
La forma de matrimonio conocida como manus era la norma en la República temprana, pero progresivamente se volvió menos frecuente. Bajo esta temprana forma de matrimonio, la novia pasaba a la mano de su marido; esto es, era transferida de la potestad de su padre a la de su esposo. Su dote, cualquier derecho de herencia obtenido a través de su marido y cualquier propiedad que adquiriese después de su matrimonio le pertenecían a él. Los maridos podían divorciarse por adulterio y hay registrados algunos divorcios por esterilidad de la esposa.

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El matrimonio cum manu era una relación desigual. Cambiaba a los herederos sin testar de una mujer de sus hermanos a sus hijos no porque fuese su madre, sino porque ante la ley su posición era la misma que la de una hija de su marido. Bajo la manus se esperaba que las mujeres obedecieran aus esposos en casi todos los aspectos de sus vidas.
Esta forma arcaica de matrimonio había sido abandonada casi por completo en tiempos de Julio César, cuando una mujer permanecía bajo la autoridad paterna ante la ley incluso cuando se trasladaba a la casa de su marido. Este acuerdo era uno de los factores de la independencia que las romanas disfrutaban en comparación a otras muchas culturas desde la Antigüedad a los tiempos modernos. El llamado matrimonio libre no causaba ningún cambio en el estatus personal de la esposa o del marido. El matrimonio libre implicaba a dos ciudadanos o a una persona con ciudadanía y otra que tenía derecho latino; y en el Bajo Imperio romano, y con permiso oficial, a soldados con ciudadanía y personas sin ciudadanía. En estos matrimonios la novia entregaba la dote al marido. Si el matrimonio terminaba sin adulterio, él le devolvía la mayor parte.

Divorcio


El divorcio era un trámite legal, relativamente informal, que concernía principalmente a la esposa que dejaba la casa de su marido y recuperaba la dote. Según el historiador Valerio Máximo, los divorcios comenzaron en el año 604 a. C. o antes. El código legal de mediados del siglo V a. C. concretado en la Ley de las Doce Tablas contemplaba el divorcio. El divorcio era socialmente aceptable si se llevaba a cabo dentro de las normas sociales (mos maiorum). En tiempos de Cicerón y Julio César, era relativamente común y libre de vergüenza, objeto de chismorreos más que de desgracia social.46 Valerio Máximo menciona que Lucio Annio fue criticado porque se divorció de su esposa sin consultar antes con sus amigos; esto es, lo llevó a cabo por su propio interés sin considerar los efectos que tendría en su red social (amicitia y clientela). Por lo tanto, los censores del año 307 a. C. lo expulsaron del Senado por comportamiento inmoral.

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Sin embargo, en otro sitio, se afirma que el primer divorcio ocurrió en el año 230 a. C., momento en el cual Dionisio de Halicarnaso menciona que Espurio Carvilio, hombre distinguido, fue el primero en divorciarse de su esposa debido a su infertilidad. Este Carvilio fue probablemente Espurio Carvilio Máximo Ruga, cónsul de la República los años 234 y 228 a. C. Las pruebas son confusas.
Durante el periodo clásico del Derecho romano, un hombre o una mujer podían romper el matrimonio simplemente porque quisiesen, sin necesidad de dar razones. A menos que la esposa pudiese probar que el marido era un inútil, él se quedaba con los niños. Debido a que las propiedades se mantenían separadas durante el matrimonio, el divorcio de un matrimonio libre era un procedimiento muy fácil.

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